domingo, 23 de agosto de 2015
Más allá de la empatía
“Un poco de consideración, un pequeño pensamiento positivo hacia los demás, puede crear la diferencia”.
Cada día de nuestra vida nos cruzamos con extraños. Son personas que, en su mayoría, nos pasan desapercibidas. Aunque también hay otras que, sin tan siquiera decir una palabra, pueden cambiar nuestro estado de ánimo, generalmente, para mal.
Me refiero a la persona que acelera su vehículo para impedir que te incorpores a una rotonda, a la que estaciona a tu lado y abolla la puerta de tu coche sin inmutarse cuando abre la del suyo, a la que te pita hasta que el claxon se queda afónico porque facilitas la incorporación a tu carril a otro conductor y le haces perder tres metros en la cola, a la que te quita la plaza de aparcamiento cuando esperabas que quedara libre,…
¿Sabes de quiénes hablo?
Proyectan su mediocridad, su frustración, su mezquindad y todas sus miserias hacia los demás.
El mismo esfuerzo cuesta levantar el pie del acelerador que pisarlo. Dos movimientos que sólo se diferencian en su sentido. Con uno molestan, con el otro ayudan... pues eligen molestar.
Parecieran ser algún tipo de demonios, que dedican parte de su vida a amargar la de los demás.
Pero, en ocasiones, pasan por nuestro día desconocidos que parecen ángeles. Uno de ellos es Laura.
El hijo de 9 semanas de edad de una joven madre enfermó y tuvo que ser ingresado con urgencia en un hospital de Canberra, en Australia.
Durante días, la mujer no se separó de su bebé, hasta que pudo ser dado de alta.
Cuando ella regresó al aparcamiento en el que había dejado su coche para acudir al centro hospitalario, se encontró con que le habían puesto una multa por no haber pagado al completo el estacionamiento durante su estancia en el hospital y, junto al ticket, le habían dejado una nota escrita a mano en la que se leía lo siguiente:
"Hola. He visto que tu coche tenía una multa por aparcamiento. Estoy segura de que lo que estarás pasando en el hospital es suficiente, así que la he pagado por ti. Espero que las cosas mejoren". Y, por detrás una firma: "Laura".
La madre compartió su historia en una página de Facebook, llamada “Canberra Mums”, tratando de agradecer el gesto a aquella mujer, quien preserva su anonimato. Su acción va más allá de la simple generosidad, pues demuestra sensibilidad hacia los problemas sufridos por otra persona totalmente desconocida para ella, tratando de aportarle algo bueno en un momento difícil.
Quizá no sea imprescindible que actuemos como ángeles pero, al menos, ¿podríamos dejar de hacerlo como demonios?.
Fuentes: El Diario Montañés, Ideal.es, Canberra Mums.
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